Joan Pino
El cambio climático ya no es un desafío del futuro; es una realidad que define nuestro presente. Dicha realidad se hace especialmente patente en la región Mediterránea, un territorio especialmente vulnerable a él debido a que, por un lado, se está calentando un 20% más rápido que la media global y, por el otro, el 70% de su población vive en áreas urbanas, en las que los efectos del cambio climático son particularmente severos. Eventos climáticos como las lluvias torrenciales y las inundaciones, característicos de la región, van camino de ser más frecuentes, intensos y severos, según todos los modelos climáticos, poniendo en evidencia las contrapartidas de un modelo de ordenación territorial que, durante décadas, ha urbanizado zonas con un riesgo de inundación significativo sin tener en cuenta suficientemente las dinámicas de los ecosistemas. A medida que los fenómenos climáticos extremos se vuelven más frecuentes, surge una pregunta urgente: ¿qué soluciones informadas por la ciencia existen para ayudar a proteger a nuestro litoral y a las personas que viven en él? Expertos en gestión del agua y adaptación al cambio climático coinciden en la dificultad de encontrar soluciones panacea, y más en una situación como la de nuestro litoral, fuertemente urbanizado y con una concentración de usos antrópicos y de población en zonas vulnerables. Sin embargo, todos coinciden también en la necesidad de replantearnos nuestra relación con la naturaleza, y aprender a compartir con ella el espacio. Allí donde sean posibles, las Soluciones basadas en la Naturaleza (como la renaturalización de ríos, costas y el reverdecimiento de las ciudades) no sólo ayudan a protegernos de futuras inundaciones, sino que también abren la puerta a modelos más sostenibles de convivencia con los ciclos naturales.
Así, la renaturalización, un proceso que busca devolver a los ecosistemas su funcionalidad original, se está posicionando como una solución clave de adaptación al cambio climático que también puede ayudar a mitigar sus riesgos. Desde la restauración de ríos hasta la recuperación de dunas y humedales, esta estrategia plantea un cambio de paradigma en nuestra relación con el entorno. Sin embargo, no es una tarea sencilla ni tampoco siempre viable; especialmente en los territorios más urbanizados y que soportan mayores densidades de población donde, en el caso de ser factibles, requerirán un esfuerzo importante de reordenación territorial, voluntad política y, sobre todo, una ciudadanía informada y comprometida.