Cádiz, España
Una doctrina sobre los fundamentos de la ética ha de ser una reflexión sobre la Ley Natural. Ciertamente, cabe hablar de principios o valores que se consideran especialmente importantes y que pueden recibir el nombre de valores superiores o democráticos. Pero no son un fundamento sólido, y todos conocemos varios de estos valores que han perdido buena parte de su vigencia en los últimos años. Por ejemplo, recientemente, la ONU insta a los Estados a que tomen medidas sobre las confesiones religiosas para que estas acepten las leyes LGTBI.
La doctrina sobre la Ley Natural quedó establecida en los siglos XIII y XIV, primero con Tomás de Aquino y, más tarde, con Juan Duns Scoto. Los nominalistas como Scoto establecieron realidades del mismo tipo que los valores contemporáneos: los principios morales que han de informar al derecho son contenidos mentales que, simplemente, ‘están’ en nuestra razón. Francisco Suárez, con su nominalismo, lanzó a la Edad Moderna esta teoría a comienzos del siglo XVII.
La explicación de Tomás de Aquino fue poco aceptada, quizá poco entendida por falta de estudio, y fue olvidada. Al final del proceso histórico permaneció la idea de una Ley Natural que era un ordenamiento eterno e inmutable, porque, como explicó Suárez, “Dios no puede contradecirse”. Poco más tarde, los creyentes insistieron, poco matizadamente, en el fundamento estrictamente metafísico de la Ley Natural.
A doctrine concerning the foundations of ethics must be regarded as a reflection upon Natural Law. It is indeed possible to discuss principles or values deemed to hold particular significance, often referred to as superior or democratic values. Nonetheless, such values do not constitute a solid foundation, as it is well established that numerous values of this nature have experienced a decline in relevance in recent years. For instance, the United Nations (UN) has recently urged States to adopt measures ensuring that religious denominations comply with LGTBI legislation.
The doctrinal basis of Natural Law was formulated during the 13th and 14th centuries, initially by Thomas Aquinas and subsequently by John Duns Scotus. Nominalist philosophers, such as Scotus, conceived realities akin to contemporary values, asserting that the moral principles that should inform the law are mental constructs inherently present in human reason. Francisco Suárez, adhering to nominalist principles, introduced this theory into the Modern Era in the early 17th century.
The explanation proffered by Thomas Aquinas did not achieve widespread acceptance, possibly due to a deficiency in comprehensive study, and eventually fell into obscurity. In the culmination of this historical process, the notion of Natural Law as an eternal and immutable ordinance prevailed, on the basis that, as Suárez elucidated, "God cannot contradict Himself." Shortly thereafter, adherents emphasized, albeit with limited nuance, the strictly metaphysical foundation of Natural Law.