Monseñor Jorge M. Mejía
Monseñor Jorge M. Mejía se propone explicar en estas páginas los términos "ética", y "economía de empresa", exponiendo la relación que los une. Subraya, así, que la actividad económica, reconocida en su específica autonomía y complejidad (como lo hace Centesimus annus), no sólo tolera sino que requiere ser regulada y animada por una ética fundada en la libertad y en la verdad. Porque ambas, la libertad y la verdad del hombre, están inseparablemente unidas. La libertad, reitera Monseñor Mejía, es un concepto principalmente ético, es decir, se ejerce y afirma en el campo de los valores. Y si se la precisa en el campo de la economía, es "porque allí responde a un derecho inalienable de la persona humana, cual es el derecho a la propia realización y al uso de los medios que a ella conducen". Este derecho, a la vez, se inserta en el complejo sistema de derechos y deberes que definen la realidad y la estructura del ser humano. En consecuencia, la libertad de iniciativa económica depende y se refiere siempre a la "verdad del hombre", que es "cuerpo, alma y espíritu, individuo y sociedad, cultura y trascendencia". Así, advierte monseñor Mejía, el famoso párrafo 42 de Centesimus annus emplea este concepto de libertad, con la doble referencia ética y religiosa, como criterio para discriminar entre un capitalismo positivo y uno negativo. En cuanto a la empresa moderna, haciendo hincapié en que ella es una "comunidad de personas" —compuesta por personas para servir apersonas en un contexto de personas—, se vuelve nuevamente al tema de la libertad, para señalar que los límites del mercado son también los límites de la empresa. Las exigencias éticas, concluye monseñor Mejía, indican pues que "no todo puede ser producido y vendido, ni todo es igualmente prioritario, es decir, indiferente".