A partir de un análisis crítico de los sistemas electorales que han regido en Chile en las últimas décadas y del sistema contemplado en el proyecto del Gobierno del mes de junio de 1992, el autor sugiere un sistema alternativo que procura resguardar los principios de proporcionalidad, asegurar una representación adecuada de las regiones y desincentivar la fragmentación partidaria. En el sistema propuesto se mantiene la actual distribución de distritos y agrupaciones en el país. Cada distrito elige un representante en forma directa (el más votado de la lista ganadora). Los otros 60 diputados se eligen de acuerdo a la votación nacional de los partidos (eligiendo cada partido a los candidatos con mayor votación relativa en su distrito). Los partidos con una votación menor al 5% de los votos a nivel nacional no eligen representantes. No se permiten los pactos electorales. Para la elección del Senado se plantea un sistema semejante.