En estas páginas se sostiene que una de las vías para cautelar el derecho a recibir una información fiable y de calidad estriba en la legitimación del periodismo como disciplina universitaria, con la consiguiente delimitación de una esfera de acción exclusiva. Esto significa, a la vez, que todo ciudadano seguiría estando en libertad para emitir opiniones y hacer comentarios especializados. Y este es el contexto, se señala, en que debe entenderse el establecimiento de un campo de trabajo exclusivo para los periodistas que contempla el proyecto de Ley sobre las Libertades de Opinión e Información y Ejercicio del Periodismo, enviado recientemente al Congreso. Es más, se advierte que esta disposición viene a reglamentar la exclusividad que ya está establecida en la ley vigente, que ha reservado a las universidades la formación delos periodistas. Por otra parte, sin embargo, el autor hace presente que dicho proyecto de Ley no aborda diversas materias relativas al nuevo horizonte cultural y de las comunicaciones que se está gestando, y sobre las cuales debiera legislarse. Entre ellas: la necesidad de asegurar el acceso a la información estratégica; de preservar la identidad cultural; de dotar a los periodistas de instrumentos como el secreto de la fuente y la cláusula de conciencia; de asegurar una pluralidad de medios y de profesionalizar a las empresas informativas y periodísticas, de manera que éstas conformen su hacer a cánones y exigencias intelectuales y éticas.