El periodismo, en su condición de crónica, testimonio, prosa memorialística, forma parte de los orígenes de la literatura moderna; es más, constituye una de las vertientes de la modernidad literaria. De ahí que el periodismo, se señala en estas páginas, más que una ciencia o una técnica, es un arte ligado a la literatura, cuyo ejercicio no puede controlarse y reglamentarse en la misma forma en que se controla el ejercicio de profesiones tales como la medicina o la ingeniería. Además —se subraya—, es una opción literaria que se relaciona con la libertad de expresión y, en general, con las libertades individuales. En este último aspecto, observa el autor, el periodismo adquiere su forma moderna en el siglo XVIII, durante el auge de la Ilustración, del racionalismo y de la ideología liberal. Las repúblicas latino americanas, y Chile en forma muy particular, recogieron estas nociones desde los primeros años de la Independencia. El periodismo ilustrado, civilizado, crítico, en la prosa de personajes como Andrés Bello, Lastarria, Pérez Rosales, Vicuña Mackenna, y en la de exiliados en Chile como Sarmiento y Alberdi, imprime desde aquella época un carácter original a toda nuestra literatura