Carina Giletta
En la coyuntura crítica que se ubica entre 1780 y 1795 una cantidad considerable de conflictos sociales se sucedieron en un espacio territorial que abarcaba América del Sur (regiones de las Capitanías de Chile y de Venezuela, del virreinato del Perú, Nueva Granada y del Río de la Plata) y el Caribe (la colonia francesa de Saint Domingue (Haití), así una pluralidad de conflictos presentaron desafíos al orden colonial por parte de sectores sociales subordinados. Dos ideas resultaron disparadoras de la presente comunicación, una que desafía la tendencia historiográfica de pensar los movimientos sociales de fines del siglo XVIII no como meros precursores de la independencia, ni como levantamientos en contra y en respuesta a las reformas dieciochescas implementadas en la colonia. La otra, que fueron movimientos que expresaron el punto de inicio de un ciclo de revueltas en contra de la dominación y el sistema colonial que estalló en la coyuntura de 1780-1795, pero cuyo potencial revolucionario resultaría ocluido justamente por los sectores criollos/peninsulares en 1as revoluciones políticas de independencia y en la institucionalidad del nuevo orden poscolonial. Las revoluciones de independencia se expresaron como actos preventivos frente a, por un lado, la potencial corriente liberal española y por otro, de esas clases explotadas capaces de subvertir el orden, no con una acción espontánea o imprevista si no desde una acción colectiva y con conciencia de su capacidad de acción. En todo caso fue, primordialmente, la revolución criolla un acto disciplinar, disciplinante de la rebeldía subalterna.
In the critical juncture that is located between 1780 and 1795, a considerable number of social conflicts occurred in a territorial space that covered South America (regions of the Captaincies of Chile and Venezuela, the viceroyalty of Peru, New Granada and the Río de La Plata) and the Caribbean (the French colony of Saint Domingue (Haiti), thus a plurality of conflicts presented challenges to the colonial order by subordinate social sectors. Two ideas were triggers for the present communication, one that challenges the historiographic tendency of think of the social movements of the late 18th century not as mere precursors of independence, nor as uprisings against and in response to the eighteenth-century reforms implemented in the colony of La Otra, which were movements that expressed the starting point of a cycle of. revolts against domination and the colonial system that broke out in the situation of 1780-1795, but whose revolutionary potential would be occluded precisely by the Creole/peninsular sectors in the political revolutions of independence and in the institutionality of the new postcolonial order. The revolutions of independence were expressed as preventive acts against, on the one hand, the potential Spanish liberal current and, on the other, those exploited classes capable of subverting the order, not with a spontaneous or unforeseen action but from a collective action and with awareness of their capacity for action. In any case, the Creole revolution was primarily a disciplinary act, disciplining the subaltern rebellion.