Este trabajo examina el avance electoral de la Concertación en el campo de las opciones presidenciales, deteniéndose en el triunfo obtenido por Eduardo Frei, como también en las votaciones alcanzadas por los candidatos independientes José Piñera y Manfred Max-Neef. El autor observa que de no mediar reformas políticas y electorales que faciliten el alieneamiento del electorado en torno a los temas sociales, políticos y culturales del presente y del futuro, es muy posible que el sistema político continúe operando dentro del actual esquema de dos bloques inaugurado en el plebiscito de 1988.En el ámbito parlamentario, junto con destacarse la gran estabilidad de la relación de fuerzas políticas globales respecto de las elecciones municipales de junio de 1992, se señala que las variaciones que tuvieron lugar al interior de cada uno de los bloques se orientan hacia un mayor equilibrio de las fuerzas competitivas que los conforman. Asimismo, se plantea que si bien los partidos de la Concertación tienen mayor correspondencia con electorados propios que los partidos de la derecha, esta última elección demuestra que existe un electorado concertacionista que se desplaza con fluidez entre los distintos partidos del conglomerado, lo cual obliga a relativizar cualquier conclusión fácil sobre los avances y retrocesos de los distintos partidos al interior de este bloque. El autor ensaya luego, en la parte final del análisis, una relación de las estrategias de campaña de las distintas fuerzas de la Concertación y su influencia sobre los resultados electorales.