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Cristóbal Molina Navarrete 
2.º Premio Revista Estudios Financieros 1995.Modalidad: Derecho del Trabajo y Seguridad Social.
A consecuencia del proceso de coyuntura económica desfavorable y recesiva de los años ochenta, particularmente reeditado y acentuado en los primeros años de la década de los noventa para nuestro país, se ha asistido a una general redistribución de los recursos disponibles -y por tanto del poder- del «trabajo» al «capital», desde las organizaciones de los trabajadores a las organizaciones empresariales, impulsándose significativos mecanismos de redefinición de los rígidos work rules «fordistas» e incisivas lógicas de reestructuración e innovación, tanto en el plano organizativo como en el estrictamente normativo, de las relaciones laborales, que han tenido como consecuencia más visible una global atenuación del clásico «garantismo individual». Por tanto, podría pensarse que, en el actual estadio «evolutivo» de la sociedad occidental, el secular conflicto entre el «mercado», como específico sistema de distribución social de los recursos, y el «Estado», como instrumento regulador del sistema productivo en el que vendrían a concentrarse todos los poderes, se ha resuelto con el triunfo del primero sobre el segundo, puesto que el principio de orden en los tiempos más recientes es el progresivo repliegue de la intervención estatal en la actividad económica y, consecuentemente, en la organización de las relaciones laborales de producción.
Ahora bien, contrariamente a lo que podría pensarse en un primer momento, esta importante restricción de la «intervención» estatal no ha comportado una atenuación de la regulación heterónoma, antes al contrario, este tipo de ordenación normativa aparece en claro aumento en los distintos ámbitos que conforman el sistema jurídico. Precisamente, esta dimensión cuantitativa del proceso de producción normativa característico de los equilibrios reguladores e institucionales de las democracias contemporáneas, especialmente agudizada en los últimos tiempos, viene constituyendo el perfil más relevante que concentrando la atención de los estudios jurídicos, por el fuerte impacto que esta creciente producción de reglas produce sobre la «coherencia», «integridad» y «complitud» de los ordenamientos. Así, el Derecho tiende a ser aprehendido cada vez más como el «dinero», gobernándose la «masa legislativa» como la «masa monetaria», por lo que la generalizada referencia a la «inflación normativa» para aludir al «exceso de reglas» entraña, como el exceso de moneda, una devaluación de las mismas, incrementando su carácter «aluvional» las contradicciones y lagunas de estos diferentes sectores de disciplina, que terminan incidiendo profundamente, entre otros factores, sobre sus propios «niveles» de cognoscibilidad, no ya de los ciudadanos sino de los propios especialistas, incluso de los mismos operadores jurídicos.
