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Carmen Viqueira Pérez
No es infrecuente que, frente al ejercicio de la acción resolutoria por el trabajador con base en las causas del artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores (ET), el empresario acuda al despido (ya sea para contrarrestar la iniciativa del trabajador, ya sea para sancionarle por una falta previa). Tampoco es extraño que, conocida la intención empresarial de extinguir la relación (bien sea mediante despido, bien mediante la incoación de un expediente de regulación de empleo), el trabajador decida solicitar la resolución del contrato. Con toda probabilidad, estas actuaciones encuentran su explicación en «la situación de malestar o en las dificultades en la "convivencia" que suelen acompañar a las decisiones de despido o de resolución del contrato.... Los titulares de la relación de trabajo intentan encauzar la extinción del contrato por la vía que presumiblemente les va a resultar más lucrativa o, simplemente, menos costosa. A fin de cuentas, no estamos más que ante uno de los ejemplos ... de la habitual y consustancial contradicción de intereses entre el trabajador y empresario que, precisamente, se manifiesta con toda su crudeza en el momento de la extinción del contrato».
