Francisco Vega Agredano
El poder institucional y político en cualquier sistema democrático discurre con frecuencia a lo largo de una sutil línea que marca el límite de la legalidad, la moralidad y la discrecionalidad. En el presente trabajo se analizan las diversas vías de posibles abusos por parte del poder institucional y la necesaria reacción frente a las actuaciones arbitrarias, más allá del control parlamentario de la actividad de la administración y del ejecutivo que quedan al margen de este estudio. Sin duda, es bastante frecuente en los estados modernos que el poder constituido tenga una clara tendencia a extenderse hasta los máximos márgenes permitidos, tanto en las cuestiones relativas a las conductas políticas y los actos administrativos, como en lo relativo al comportamiento de las autoridades e instituciones del Estado. Pues bien, se trataría de analizar si en nuestro sistema existe un verdadero sistema de control que sirva como freno a conductas arbitrarias y desviadas por parte de aquellos que ostentan el poder.