Diego Fierro Rodríguez
El riesgo regulatorio constituye un desafío significativo para las empresas, exacerbado por la proliferación de normas complejas y la incertidumbre política. Este entorno obliga a las compañías a ser más reactivas, disminuyendo su capacidad para ver los riesgos como oportunidades. La sostenibilidad y la inteligencia artificial representan áreas de regulación particularmente complejas, que requieren inversiones significativas en tecnología y capacitación. La colaboración entre empresas y con reguladores es crucial para enfrentar estos desafíos, permitiendo compartir mejores prácticas y desarrollar estrategias efectivas de cumplimiento. En definitiva, la capacidad de anticiparse y adaptarse a los cambios regulatorios es esencial para que las empresas prosperen en un entorno cada vez más regulado.