La democratización de las empresas es un potente instrumento para alcanzar sociedades más igualitarias. En los países democráticos con economías de alta productividad y competitividad -que son guiadas por la innovación- es donde los trabajadores han mantenido su peso en el reparto del Producto Interior Bruto, gracias a que durante décadas ha habido un sostenido equilibrio en el poder de negociación entre accionistas y trabajadores.