La diplomacia económica estadounidense necesita guiar a las principales instituciones económicas multilaterales para que se adapten a diversos actores, Estados y desafíos internacionales. Irónicamente, aunque Estados Unidos encabezó la creación de las principales organizaciones internacionales, rara vez piensa en sus usos prácticos y hace muy poco por renovarlas. Han sobrevivido a desastres y han ajustado su mandato para manejar crisis. Desde hace décadas fomentan la prosperidad y, si se las revitaliza adecuadamente, pueden seguir haciéndolo por varias décadas más.