La actual crisis energética ha dirigido la atención del mundo hacia los riesgos energéticos geopolíticos y ha obligado a sopesar las ambiciones climáticas del futuro con las necesidades energéticas actuales. El resultado es un anticipo de la tumultuosa era que tenemos por delante. La forma como los gobiernos respondan a estos retos, como quedó muy claro con la invasión rusa a Ucrania, definirá el nuevo orden energético internacional de las próximas décadas.