Amparada en el concepto de civilización ecológica, China se ha propuesto descarbonizar su economía, fomentar el desarrollo de tecnologías verdes e impulsar intercambios más sostenibles con otros países. Sin embargo, el cúmulo de sus demandas económicas y poblacionales hacen difíciles de alcanzar estas metas en el corto plazo. En medio de convulsiones pandémicas y geopolíticas, los gobernantes chinos afrontan una situación complicada para tomar decisiones.