Si los líderes estadounidenses hubieran pensado en términos de equilibrio del poder en los años unipolares, habrían intentado desacelerar el crecimiento de China y ampliar la brecha entre Beijing y Washington. Pero la prosperidad china trajo consigo una inevitable guerra fría. La vinculación es quizá el peor error estratégico que se haya cometido en la historia reciente, y ahora es demasiado tarde para hacer algo al respecto.