Uno de los principales atractivos del Festival El Sol es que se convierte en una especie de cumbre de la creatividad iberoamericana, en la que no solo confluyen talentos de diferentes partes del mundo con el castellano (o el portuñol, en ocasiones) como hilo conductor, sino que, además, todos se nutren de las experiencias del resto en un ambiente distendido, demostrando que en la diversidad está la mayor riqueza.