Ana Lago
La fuerza del hábito nos hace subestimar los riesgos con los que nos podemos enfrentar en nuestra rutina diaria. Por eso, es fundamental no bajar la guardia en esas labores diarias y mecánicas que creemos controlar con los ojos cerrados. Para garantizar la seguridad, es necesario que los protocolos eviten malas interpretaciones que a la larga pueden generar que un trabajador, por exceso de confianza, se lo salte.