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Héctor Benedí Viñec, Ricardo Fernández García
Cada empresa, cada organización no es más que una «minisociedad» que desarrolla en su interior su propia cultura preventiva. Cada uno tenemos unas pautas o reglas, normalmente inconscientes, que hacen que hagamos y digamos las cosas de forma prácticamente automática, casi sin darnos cuenta, en base a «nuestra programación». Con los riesgos laborales ocurre exactamente lo mismo. Cada uno interpreta los riesgos de distinta manera, de acuerdo con su percepción. Por ello, para que las organizaciones puedan seguir avanzando en seguridad y salud laboral es necesario considerar el «factor humano» como elemento clave para conseguir un adecuado compromiso en esta materia.La necesidad de informar y comunicar riesgos a otras personas que no tienen la misma formación, y que poseen un código de comprensión distinto, presenta grandes dificultades. La única forma de que las personas entiendan la necesidad de adoptar conductas seguras es convencerlas antes de la existencia real de un peligro objetivo. Si no se percibe el riesgo, no nos protegeremos contra él.Sólo mediante el desarrollo de una cultura preventiva real en nuestras organizaciones, conseguiremos que todos los componentes de las mismas hablemos el mismo idioma y percibamos los riesgos de forma similar.
