Los partidos políticos son instituciones que juegan un papel esencial en la democracia liberal, siendo el instrumento fundamental a través del que se desarrolla el derecho de sufragio pasivo en el sistema electoral. Nuestras democracias y sus sistemas electorales se han articulado materialmente sobre la base de la existencia de partidos políticos y su competencia en elecciones. Y siendo cierto que también pueden concurrir presentando candidaturas las agrupaciones de electores (vid. Art. 44.1 c) LOREG), el papel de aquellos es absolutamente prevalente. Los partidos, sin embargo, también pueden representar una amenaza para la democracia y el sistema electoral a través del que se articula la representación por sus conductas y fines. Es la gran paradoja de los partidos, ser instrumento esencial a través del que se vehiculiza la representación popular y, al mismo tiempo, uno de los mayores peligros del propio sistema democrático. En la época actual, dominada por la polarización y el extremismo de los movimientos populistas y nacionalistas, en ocasiones se invoca la prohibición de partidos atendiendo únicamente a la ideología que estos representan y defienden. En este contexto, surge el debate de si la democracia militante y, en consecuencia, la adopción de medidas que pudieran mostrarse como iliberales es el camino por el que debe apostar la democracia. La paradoja de proteger la democracia limitando la representación. En este trabajo estudiaremos qué es la democracia militante y cómo se justifica en este sistema la exclusión de los partidos políticos, aproximándonos a las diferentes normas jurídicas que operan como fundamento de esta medida. Además, analizaremos brevemente la jurisprudencia del TEDH en materia de prohibición de partidos políticos para saber si estamos ante un modelo o no de democracia militante, así como algunos mecanismos de exclusión indirecta de partidos en democracia. Por último, valoraremos la situación actual de la democracia militante para conocer si nos encontramos ante un cambio de paradigma de este modelo
Political parties are institutions that play an essential role in liberal de-mocracy, being the fundamental instrument through which the right of passive suffrage is developed in the electoral system. Our democracies and their electoral systems have been materially articulated on the basis of the existence of political parties and their competition in elections. And although it is true that groups of electors can also present candidatures (vid. Art. 44.1 c) LOREG), the role of the former is absolutely prevalent. Political parties, however, can also represent a threat to democracy and the electoral system through which representation is articulated by their conduct and aims. This is the great paradox of political parties, being the essential instrument through which popular representation is conveyed and, at the same time, one of the greatest dangers to the democratic system itself. In the current era, dominated by polarisation and extremism of populist and nationalist movements, the banning of political parties is sometimes invoked solely on the basis of the ideology they represent and defend. In this context, the debate arises as to whether militant democracy and, consequently, the adoption of measures that might be seen as illiberal is the way forward for democracy. The paradox of protecting democracy by limiting representation. In this paper we will study what militant democracy is and how the exclusion of political parties is justified in this system, approaching the different legal norms that operate as a basis for this measure. We will also briefly analyse the case law of the ECHR on the prohibition of political parties in order to determine whether or not we are dealing with a model of militant democracy, as well as some mechanisms for the indirect exclusion of parties in democracy. Finally, we will assess the current situation of militant democracy in order to find out whether we are facing a paradigm shift in this model