El presente artículo intenta abrir un abanico de posibilidades teóricas en el ámbito de la educación social que permitan recear nuestra intervención educativa en tanto trabajadores sociales. Se trata de identificar y analizar ciertas categorías desarrolladas por algunos formadores en vistas a reflexionar el poder de autogestión que tienen los grupos y/o comunidades en proyectos de promoción social con carácter educativo. Se plantea que todo proyecto de promoción social, que contenga en sí mismo un proyecto formativo, requiere identificar y analizar dos ámbitos; por una parte, las necesidades de formación de los educandos y por otra, la relación educativa que el trabajador social establece con éstos en su calidad de formador. Analizar las necesidades de formación y las relaciones educativas en proyectos de promoción social, permitará identificar y caracterizar un proceso de formación social autogestionado. Ello significa que la autogestión promocionada en proyectos sociales requiere, entre otros aspectos, explicitar y desarrollar destrezas en ámbitos tales como: las relaciones de poder, los proceso de negociación y los códigos culturales que se ponen en juego en la relación educativa.