La agricultura y la ganadería europeas se encuentran en un momento crucial. Afrontan la necesidad de superar deficiencias estructurales arrastradas durante años, como la atomización de la oferta, la baja rentabilidad, el envejecimiento de agricultores o ganaderos o la competencia de países terceros que propicia el mercado global. Por ello, los ministros y ministras de Agricultura de la Unión Europea, en el Consejo del pasado mes de marzo, adoptaron decisiones clave para simplificar y flexibilizar algunas de las medidas de la Política Agraria Común.