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Enrique Brahm García
En los últimos años se ha tendido a hacer de la Constitución Política de 1980 una especie de paria dentro de nuestra historia constitucional; se trataría de una constitución ilegítima. De esa forma se ha buscado justificar la necesidad que habría habido de iniciar un nuevo proceso constituyente. En esa argumentación parece olvidarse que iguales o aún mayores problemas de legitimidad pueden encontrarse en los textos constitucionales de 1833 y de 1925, pese a lo cual —como también ha ocurrido durante la vigencia del actual— bajo ellos Chile ha vivido largos períodos de estabilidad política e institucional.
In recent years, there has been a tendency to make of the Political Constitution of 1980 a kind of pariah within our constitutional history; it would be an illegitimate constitution. In this way, an attempt has been made to justify the need that there would have been to initiate a new constituent process. In this argument, it seems to forget that the same or even greater problems of legitimacy can be found in the constitutional texts of 1833 and 1925, despite which —as has also happened during the validity of the current one— under them Chile has experienced long periods of political and institutional stability
