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El respeto a la autonomía del paciente cobra un singular significado en el tratamiento terapéutico, tradicionalmente regido por la discrecionalidad técnica de las decisiones que pudiera adoptar el médico al respecto. La exigencia del consentimiento informado del paciente como presupuesto de cualquier intervención sobre su persona pretende ser su expresión más genuina. Su articulación se ve dificultada por el carácter cuantificable de la información requerida y de la competencia del sujeto que presta el consentimiento. La consideración generalizada de la salud como una entidad especialmente valiosa reclama el máximo rigor en la valoración del nivel adecuado de información y competencia al efecto de garantizar el fundamento racional de la decisión. Lareivindicación indirecta del principio de beneficencia en los supuestos en que interviene el representante legal pone,en cualquier caso,en cuestión la vigencia efectiva de la función proautonomía que se presume al consentimiento informado.
Respect for patient autonomy takes on a singular significance in therapeutic treatment, traditionally governed by the technical discretionality of the decisions that the doctor may adopt in this respect. The requirement of the patient's informed consent as a prerequisite for any intervention on his or her person is intended to be its most genuine expression. Its articulation is made difficult by the quantifiable nature of the information required and the competence of the subject giving consent. The widespread consideration of health as a particularly valuable entity calls for the utmost rigour in assessing the appropriate level of information and competence in order to guarantee the rational basis of the decision. The indirect vindication of the principle of beneficence in cases in which the legal representative intervenes calls into question, in any case, the effective validity of the presumed pro-autonomy function of informed consent.
