La tendencia de la política económica actual se encuentra en un interregno en el que conviven claros signos de superación de la vieja política económica neoliberal con elementos inconfundibles de ortodoxia económica. Pocos economistas discutirían hoy la utilidad de los ERTE o de una política fiscal expansiva en momentos de crisis; o la necesidad de un "Estado emprendedor", o de un tipo mínimo efectivo en el Impuesto de Sociedades. Pero, al mismo tiempo, se convive con la convicción de la mayoría de los economistas de que la inflación debe controlarse mediante una política monetaria contractiva o de que es necesario fijar estrictas reglas fiscales que eviten los comportamientos "irresponsables" de los gobiernos (aunque estos no se hayan producido en décadas). El sentido que finalmente adopte la política económica de España -y de la Unión Europea- en el futuro próximo dependerá de la eficacia de las distintas medidas desplegadas durante estos años, pero también y como siempre en la historia, de la correlación de fuerzas sociales y políticas que se articulen para decantar la situación en una u otra dirección.