La ONCE, en sus 85 años de historia demuestra ser una entidad dinámica y que se adapta no solo al contexto social de cada momento, sino también a las necesidades de sus afiliados. Partiendo, en un primer momento, de una configuración eminentemente pública, mutó a una naturaleza privada de base asociativa, que complementa la acción de los poderes públicos en la labor de la integración de las personas ciegas o deficientes visuales en la sociedad. Tiene atribuida una naturaleza de corporación de derecho público, a causa del interés general de los fines que persigue. Comparte el anhelo de satisfacción del principio de solidaridad con el resto de las entidades que conforman el tercer sector de acción social, como plasmación del modelo de participación de la sociedad civil en la ejecución de los fines indicados. Estos fines se desarrollan a través de un modelo específico de prestaciones y acciones, que interviene en régimen de complementariedad, respecto de la acción pública. El mayor reto al que se enfrenta radica en el mantenimiento de una esfera propia de acción del sector público estatal, con el fin de preservar las necesidades básicas de los ciudadanos, en el marco del Estado social.