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La cuasi total desinversión del Estado en sectores clave que ha tenido lugar se está mostrando como un grave error estratégico. El Estado no puede olvidarse de sectores de interés general que operan además como oligopolios. La crisis financiera de 2008, la crisis energética más reciente y los retos de la digitalización y la inteligencia artificial requieren una participación pública y no dejarlo todo al albur de los mercados. Especialmente teniendo en cuenta la importancia de actores públicos de otros países en algunos mercados clave para el desarrollo global. La presencia pública se justifica en base a la existencia de externalidades, como en el medio ambiente o en la seguridad nacional; por los riesgos de irreversibilidad, como es la pérdida de capital productivo como consecuencia de la financiarización, o cuando las condiciones de competencia se asemejan a un oligopolio.
