Durante mucho tiempo, Singapur ha sido un modelo de prosperidad y estabilidad, fuente de inspiración para China. Pero la ciudad-Estado, que el 1 de septiembre elige a un nuevo presidente de la República, cargo que tiene un peso más ceremonial que político, atraviesa dificultades: personas migrantes maltratadas, aumento del coste de la vida, acceso a la vivienda... El descontento popular inquieta al primer ministro, que lleva casi veinte años al frente del país y cuyos poderes son de gran alcance.