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El texto ofrece una serie de sucintas consideraciones en torno a la evolución histórico-penal del mal llamado garrote vil, popularmente considerado como el método de ejecución por excelencia en España. No obstante, se intenta mostrar cómo este término de garrote vil, pese a su predicamento social y literario, deja de ser técnicamente adecuado desde el Código Penal de 1848, debiendo strictu sensu hablarse a partir de esa fecha simplemente de garrote, sin adjetivación ulterior. Del mismo modo, se hace hincapié en la necesaria disociación de dos conceptos no ligados per se, como son los conceptos de democracia y abolicionismo de la pena capital respectivamente. Asimismo, el artículo también se centra en la peculiar fórmula elegida por el constituyente de 1978 para la parcial abolición de la pena de muerte en España, que solo se hará verdaderamente plena (al margen del texto constitucional), en el año 1995, cuando la pena de muerte sería ya definitivamente desterrada del ordenamiento jurídico español, alcanzando también al ámbito castrense en el que aún pervivía.
