El surgimiento de las llamadas identidades culturales está planteando una serie de desafíos a la representación política. Presentándose como sujetos políticos colectivos, estas identidades se postulan como las mejores representantes y defensoras de los intereses y derechos colectivos de grupos habitualmente marginados y subrepresentados. En la medida en que contribuye a hacer más equitativa y proporcional su participación democrática, la representación colectiva de estos grupos puede reducir el déficit de legitimidad que en la actualidad afecta a las democracias occidentales. Pero también evidencia ciertos problemas que podrían terminar pervirtiendo la extensión de la representación política. El primero de ellos es consecuencia de la consideración de las identidades colectivas como sustancias. El segundo está relacionado con la indefinición del concepto de cultura. El tercero es, paradójicamente, la perspectiva antipolítica implícita, en muchos casos, en lo cultural. Analizar tales cuestiones es el objetivo de este trabajo, cuyas premisas básicas son la primacía de la esfera política democrática y una concepción instrumental de los grupos y la cultura, en cuanto puedan resultar útiles para la inclusión política y la autodeterminación de los individuos marginados.
The emergence of cultural identities involves some challenges for political representation. One of them is the claim to collective representation reflecting cultural identities as collective political subjects. They hold collective interests and rights and better representation of specific under-represented and marginalized groups. As long as this claim contributes to making a more representative and proportional political representation in Democracy, collective representation may reduce the deficit of legitimacy that currently affects Western Democracies. But some problems may emerge in the collective representation of cultural identities that could pervert the extension of political representation. The first problem is the consequence of considering collective identity as a substance. The second problem is related to the non-definition of the concept of culture. The third problem is, paradoxically, the antipolitical perspective involved in cultural representation and citizenship. Making an analysis of these issues is the objective of this article, whose main premises are both the primacy of the political democratic sphere and an instrumental concept of groups and culture, as being useful to political inclusion and to the self-determination of marginalized individuals.