Aunque una mujer nazca en un país desarrollado, en el seno de una familia respetuosa que la eduque para llegar a ser lo que se proponga, es seguro que, desde pequeña, se educará en una socialización diferencial.
Esta consiste en educar de forma distinta a los niños y las niñas, de modo que los primeros reciben mensajes que los impulsan a arriesgarse, ser valientes y asumir puestos de liderazgo, mientras que la educación de las niñas se enfoca en los cuidados, la reproducción y el ámbito de lo privado. Una vez que es consciente de ello, la mujer puede luchar por salir de su zona de confort y asumir un liderazgo que no tiene por qué responder a los estereotipos masculinos autoritarios, sino que puede estar basado en valores como los cui- dados, la solidaridad y el apoyo a otras mujeres. De ese modo, poco a poco, cada vez habrá más referentes de liderazgo femenino que inspirarán a las nuevas generaciones del Mediterráneo