Perla Sneh
¿Cómo decir Borges sin decir laberinto o espejo o tigre? O, en todo caso, ¿cómo decirlo sin apurarnos a saber qué decimos? ¿Cómo ensayar esa “forma de la felicidad que es la lectura”? ¿Cómo hacerlo nosotros que, ni justos ni pecadores, convidados de piedra en la mesa de los saldos, llegamos tarde a todos lados?