México
En su poema Las causas, Borges hace converger azar y destino, trascendencia e inmanencia, eternidad y finitud en el instante de dos almas enamoradas que se toman de la mano. Ni la física ni la matemática ni la filosofía ni la religión ni la vida ascética logran dar cuenta de por qué en un mismo lugar a un mismo tiempo dos personas con orígenes azarosamente distintos cruzan miradas que se encajan.