Camila Aguilar, Eduardo Ávalos
En vista de las amenazas sociales y medioambientales que enfrenta el mundo actualmente, desde hace varias décadas, específicamente desde los años 80, la sostenibilidad ha cobrado relevancia. Oficialmente, el término “desarrollo sostenible” fue acuñado en 1987, año en que fue publicado el reporte “Nuestro futuro común”, conocido como el reporte Brundtland, elaborado por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. En este reporte, la definición de desarrollo sostenible considera la satisfacción de las necesidades de la generación actual sin comprometer las necesidades de futuras generaciones, tomando en consideración factores de desarrollo social, económico y medioambiental.
La participación de la educación superior para el logro de estos objetivos se puede considerar como un fenómeno reciente.
Los objetivos de Desarrollo del Milenio, predecesores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no contemplaban el acceso a la educación superior y por ende la participación de las instituciones educativas de este sector era mínima.
A inicios de los 90, Jean Mayer, Presidente de Tufts University convocó a veintidós representantes de universidades a una reunión internacional llevada a cabo en Talloires, Francia, donde se presentaron diez acciones que podrían llevar a cabo las Instituciones de educación superior y firmaron la Declaración Talloires. En esta reunión, se llegó a la conclusión de que las Instituciones de educación superior educan a la mayoría de las personas encargadas del manejo y desarrollo de las principales organizaciones de la sociedad y por esta razón, las tienen la responsabilidad de concientizar, educar, crear la tecnología y herramientas que coadyuven a la creación de un futuro sostenible.
En el año 2015, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible como un instrumento global y que tiene un alcance sin precedentes bajo el lema “No dejar a nadie atrás”. Esta agenda compuesta por 17 objetivos abarca tres dimensiones; económica, social y ambiental, teniendo como eje transversal a las personas.