La repercusión mediática y el amplio debate sobre la calificación penal del delito de odio, nos recuerdan que es de vital importancia seguir ofreciendo a las instituciones y a la sociedad en general herramientas de reflexión, análisis, diagnóstico y conocimiento que fortalezcan la respuesta penal ante los delitos de odio, debiendo reservarse para los ataques más graves, dado su carácter de última ratio, priorizando como no puede ser de otra forma, la educación, la tolerancia y el respeto al prójimo; lo que inexorablemete nos conducirían a una sociedad libre de delitos de odio.