Las pertenencias a "comunidades imaginadas" macro (Anderson 1983), tales como las naciones, están fundadas en la transferencia metonímica generalizada, fomentada por las instituciones, a los habitantes de cierto territorio, de la experiencia interpersonal de confianza y solidaridad. En efecto, la confianza y la solidaridad son primero aprendidas en las interacciones que tienen lugar en la esfera de la familia. Después, mediante el aprendizaje de la solidaridad a partir de la amistad en grupos de pares de la misma edad, los individuos son capaces de pasar de la solidaridad primaria familiar hacia formas de solidaridad más abstractas en sociedades universalistas como las nuestras (Eisenstadt 1956). El contrato social nacional está ideológicamente fundado en el modelo ideal de la solidaridad en las relaciones de amistad. El ejemplo más explícito de ello es el lema francés "liberté, égalité, fraternité". Esto no quiere decir que exista una correspondencia exacta entre estos dos tipos de relación, tal como Eisenstadt (1984) señala, la fraternidad ideal anunciada por la nación sirve para ocultar y justificar el poder y la instrumentalidad que el orden de la nación-estado ejerce sobre sus miembros. Al mismo tiempo, la amistad (en su acepción más amplia) sostiene el contrato social al mismo tiempo que debe ser relegada a la esfera privada debido a su potencial subversivo (Paine 1969). Las relaciones de amistad a menudo ocurren dentro de la esfera de los estados-nación, puesto que sus instituciones estructuran la interacción y las interdependencias entre los actores a partir de la organización de la división social del trabajo. Sin embargo, ¿qué sucede con las relaciones transnacionales? La figura paradójica del "amigo extranjero" introduce una tensión entre los fundamentos de la solidaridad abstracta y la experiencia de la solidaridad interpersonal. ¿Queda esta tensión relegada a ser resuelta en la esfera privada? ¿O acaso tiene una incidencia en las pertenencias públicas macro sociales reclamadas y proclamadas por los actores? Actualmente, en Europa existe un contexto institucional que permite e intenta promover la identificación con Europa. ¿Podrían tales amistades europeas dar un contenido al envoltorio legal macro de la ciudadanía Europea - por otra parte vacío en términos de apego emocional- fomentando la identidad Europea? Examinamos el efecto de relaciones de amistad trans-nacionales en una muestra de 218 estudiantes Europeos, en su mayoría participantes en programas Europeos de intercambio, sobre la percepción y categorización mutua en tanto que extranjeros, abriendo la cuestión de la identidad Europea.