Las elecciones presidenciales norteamericanas de 2020, las presidenciales brasileñas de 2022, las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos y las elecciones de Brasil han tenido varios elementos en común. Hay uno singularmente preocupante: la falta del reconocimiento de los resultados por los perdedores y las injustificadas dudas sembradas sobre el proceso electoral. Esta no aceptación de los resultados electorales se produce como colofón a la mentira, el fanatismo, la irracionalidad y la manipulación en los procesos electorales, que forman parte de toda una estrategia sistemática de deslegitimación de las elecciones democráticas. Además, constituye la mayor amenaza que se ciñe sobre las democracias liberales, justo un siglo después del periodo de entreguerras.