El concepto de eficiencia aplicado al ámbito de la justicia opera actualmente como un potente recurso discursivo, hasta el punto de suponer el principal sustento argumental de las últimas iniciativas políticas y legislativas en la materia. Al margen de la dimensión cuantitativa del término, la narrativa asociada a la eficiencia conecta los juzgados y tribunales con el imaginario social contemporáneo, vinculando el funcionamiento de este servicio público a valores como la digitalización, la agilización o la sostenibilidad. Pero también supone, en cierta medida, la incorporación de lógicas propias de la cultura empresarial al ámbito de la gestión pública, algo que genera suspicacias entre parte de la doctrina jurídico-procesal. Para comprender el significado e implicaciones que hoy presenta el valor de la eficiencia en toda su extensión, resulta necesario reflexionar también, sobre el papel que este desempeña en la construcción del discurso actual sobre el significado y fines de la justicia.