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Silverio Cubero de Val
Es sobradamente conocido que, mediante un decreto de treinta de junio de 1931, la Academia General Militar (AGM) fue clausurada. Sin embargo, tanto en Zaragoza como a nivel nacional, no se olvidó que su restablecimiento y más en la capital aragonesa, había sido un empeño excelente. Prueba de esta convicción son las informaciones de El Noticiero, de uno de julio de 1931, al día siguiente de la fi rma del decreto: «aunque por noticias particulares conocíamos los propósitos (...), no por esto ha dejado de causarnos profunda pena esta decisión del Ministro de la Guerra, que priva a Zaragoza de un importantísimo centro de enseñanza y como consecuencia de una importante fuente de ingresos (…), nuevo daño que el Gobierno causa a Zaragoza (…) si la reorganización del ejercito traía la reducción de la ofi cialidad, bien hubiera estado, a nuestro juicio, un cierre temporal; pero su supresión, después de los varios millones que ha costado al Estado y al municipio y de haberse reconocido por propios y extraños que por su organización y por el magnifi co campo de maniobras que posee es uno de los mejores centros de instrucción militar, nos parece un solemne disparate del mundo, de lo cual debemos protestar con todas nuestras energías. Y nuestra protesta sube de punto al considerar que, con la supresión de la AGM, sufren un grave quebranto los intereses económicos de Zaragoza (…)».
