María Nieves Pacheco Jiménez
Los recientes Planes, Estrategias y normas atinentes al fomento de la eficiencia energética en los edificios1 nacen en un contexto de preocupación por el cambio climático y sus consecuencias. Todos ellos persiguen la reducción de costes energéticos y la promoción de la sostenibilidad económica, política y ambiental. Un reflejo de esta inquietud por el bajo impacto ambiental puede observarse en el sector de la vivienda, cuyo consumo final de energía es muy elevado, y en la consiguiente intención de construir edificios bioclimáticos que aprovechen la energía del entorno. En aras a la consecución de estos objetivos, el Plan de Acción 2008-2012 impulsa una serie de medidas que recaen sobre el sector transporte, la industria, el sector residencial y el sector terciario, articulándose en torno a cuatro líneas de actuación: transversal, de movilidad, de edificios y de ahorro eléctrico. Este estudio aborda las pautas de ahorro y eficiencia energética propuestas para los edificios, tanto existentes como de nueva construcción, así como residenciales y del sector terciario. Para ello se hace imprescindible la remisión al concepto de “calidad” de los edificios, contemplado en la propia Exposición de Motivos de la Ley 38/1999, de Ordenación de la Edificación, y ligado estrechamente a la eficiencia energética de aquéllos.