El objetivo de este artículo es revisar dos aspectos de la política monetaria: la definición de la estrategia de normalización en un contexto “nada normal”, en el que la inflación se ha disparado, y la gestión del legado de la instrumentación de la larga etapa anterior –trece años— de posición acomodaticia, que tuvo que enfrentarse a dificultades de trasmisión a los mercados monetarios y de deuda pública relacionada con la crisis bancaria y la del euro. Los tipos de interés anticipan ya fuertes subidas que se han trasladado a todos los mercados sin distorsiones, pero las inyecciones de liquidez a largo plazo y la compra de activos, aún en esta fase de renovación, seguirán marcando, junto a los drenajes masivos, la instrumentación.