Jesús Mur Lacambra
, Francisco Javier Trívez Bielsa
La incorporación de la economía española a las instituciones comunitarias supuso un revulsivo de gran importancia, que estimuló la predisposición modernizadora de los agentes y la capacidad de crecimiento del conjunto. La sociedad aragonesa se sumó con confianza al proyecto y los acontecimientos parecieron darle la razón. Sin embargo el balance de la década de los noventa suscita, por lo menos, desconfianza. La crisis industrial del bienio 1992-1993 dejó una marca muy profunda en Aragón, de forma que la evolución posterior de esta economía ha sido cada vez más pausada. El optimismo inicial ha dado paso a un cierto escepticismo a través del cual emergen las dudas sobre la capacidad competitiva de la sociedad aragonesa en el nuevo escenario de integración europea. En este trabajo se hace un análisis de los puntos fuertes y débiles de la economía aragonesa en el conjunto de la Unión Europea. La conclusión que puede avanzarse es que, aunque existen ciertos aspectos que necesitan ser corregidos cuanto antes, el potencial de crecimiento regional sigue siendo muy apreciable