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Los condicionantes a la transición energética española vienen dados por las medidas de la Unión Europea y porque sus objetivos de suficiencia energética a corto plazo difieren de los de a largo plazo, que inciden en la independencia energética y la descarbonización. Además, también se ven condicionados por cómo los inversores productivos y los especuladores -en un marco fuertemente condicionado por la guerra en Ucrania, los cambios geoestratégicos actuales y la permanencia de efectos de la COVID-19- evalúen los riesgos y oportunidades en las energías fósiles y en las materias primas fundamentales para las energías renovables y el almacenamiento energético. Sin embargo, las soluciones duraderas a la crisis actual implican acelerar la transición energética hacia el ahorro (con cambios en el comportamiento de los consumidores y la mejora de la eficiencia energética), una generación eléctrica sin emisiones, crecientemente descentralizada y democratizada.
