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Nikolaos K. Gavalas
Grecia ha firmado y ratificado la Carta Social Europea y todos sus protocolos -de enmienda y adicional. Sin embargo,la aplicación de los derechos de la Carta ha resultado ser un camino difícil. El Parlamentose vio obligado a aprobar medidas de austeridad, en la época de la llamada ‘Troika’, la administración tripartita de los acreedores de asuntos económicos del país (2010-2019). Estasviolaban abiertamente muchos derechos laborales fundamentales consagrados en la Carta. Esto condujo a la emisión de decisiones defondo deno conformidad por parte del CEDS sobre las reclamaciones colectivas oportunamente presentadas por los sindicatos nacionales representativos contra el Estado griego. Este último no pudo eludir el resultado negativo de los procedimientos, a pesar de afirmar que el Gobierno no había actuado por voluntad propia puesto que se vio obligado a promulgar tales medidas ante la amenaza de los acreedores de que el país entrara en quiebra. En 2016 el país ratificó la versión revisada de la CSE. No obstante lo anterior, como demuestra el caso de la aplicación del artículo 24,relativo al derecho de todos los trabajadores a no ser despedidos sin que existan razones válidas, la práctica jurídica griega, incluso después de que la Troika haya abandonado el país, no pudo absorber la función y el alcance de los valores que subyacen a los derechos sociales, principalmente debido a la falta de preparación de los operadores jurídicos involucrados, pero también a causa del cambio neoliberal recientemente dominanteen el país.
Greece has signed and ratified the ESC and all its amending and additional protocols. Nevertheless, the implementation of the Charter rights was found to be on a rough path. Specifically in the era of the tripartite creditors’ administration (“the Troika”) of the country’s economic affairs (2010-2019) Parliament was forced to pass measures, so called austerity measures, in overt violation of many fundamental employment rights enshrined in the Charter. This led to the delivery of decisions of non-conformity by the ECSR on relevant collective complaints filed by representative domestic trade unions against the Greek State. The latter could not escape the negative outcome of the proceedings, by asserting that the Government had not acted of its own free will but that they were forced to enact such measures under the creditors’ threat of the country’s going bankrupt. In 2016 the country ratified the rev. ESC. Nevertheless, as shown in the case of implementation of article 24 on the principle of dismissal only with a valid reason, the Greek legal practice, even after the Troika had left the country, could not absorb the function and the scope of values underlying social rights, mainly due to the unreadiness of the involved legal circles, but also on the account of the recently dominant neoliberal shift in the country.
