Más allá de la amenaza de regresión de los sistemas de protección social existentes en la Unión Europea se plantea la cuestión de su reestructuración y conciliación. Frente a los desafíos comunes que inciden en ellos (envejecimiento demográfico, inestabilidad de la familia, desocupación, exclusión, precariedad de los empleos), en el debate sobre las reformas redefinir los derechos fundamentales y establecer una distinción entre derechos condicionales y derechos universales debe ser una prioridad. En el presente artículo se pone el acento en la necesidad de combinar las funciones de redistribución e integración de la protección social en base a tres lógicas: una lógica de activación de las prestaciones, una lógica de individualización y universalidad de ciertos derechos, una lógica de fomento de la igualdad de probabilidades durante el ciclo de vida. Esta tentativa, aplicada a todos los Estados miembros, facilitaría además la convergencia de sus sistemas sociales.