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Áurea Moltó
El más reciente y el más remoto. El pasado ha vuelto y no dejamos de hablar sobre él. Se suceden los libros, artículos y debates sobre la guerra fría, el origen de Ucrania en el siglo X, el imperio ruso de Pedro el Grande, la conquista de Tenochtitlán y la colonización española, el sometimiento y asesinato de los pueblos indígenas, la huella persistente del racismo en Estados Unidos y en los imperios coloniales europeos, la transición democrática en España… La historia está siendo diseccionada y convertida en objeto arrojadizo, pretexto ideológico y causa de polarización política. Las relaciones internacionales reflejan también las consecuencias de este retorno del pasado y su reinterpretación.
El bloque central de este número de POLÍTICA EXTERIOR reúne a varios historiadores con el objetivo de entender para qué sirve la historia, cómo se manipula y por qué no es inalterable, ni infalible y, aún así, aspira a encontrar y ofrecer una verdad ampliamente compartida. Lo explican de manera magistral en las siguientes páginas cinco historiadores: Margaret MacMillan, Lynn Hunt, Kristina Spohr, Tomás Pérez Vejo y Xosé M. Núñez Seixas.
Empiecen por la conversación de nuestro subdirector, Pablo Colomer, con MacMillan sobre Ucrania y Rusia, la construcción de la paz, las guerras del siglo XX, el poder de los individuos y su protagonismo en la historia. “Lo que los dictadores no quieren es que la gente piense que puede haber alternativas. Y lo que hace la historia es dar alternativas”, reflexiona la historiadora canadiense.
Desde EEUU, Hunt recuerda que la base del relato histórico son los hechos y una correcta investigación de los documentos sobre los que se construye una interpretación: “Sin una noción de la verdad histórica y una disciplina que enseñe a llegar a ella no se podrán descubrir y refutar las mentiras sobre el pasado; las controversias sobre los monumentos y los libros de texto nunca se resolverán; las guerras de la memoria continuarán indefinidamente y el público no tendrá confianza en la historia que se le presenta”.
Antonio Muñoz Molina cierra este número con un recuerdo de Tony Judt y su obra. Judt murió en 2010. ¿Qué análisis haría de lo sucedido en EEUU y en Europa desde entonces?
