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Antonio Casado Mena, José María Caballero Salinas 
, César Augusto Giner Alegría , Juan Carlos Vegas Aguilar
Desde la antigüedad y para toda civilización que haya habido en la faz de la tierra, mantener a la sociedad en orden siempre requirió el uso reiterado y constante de la fuerza del Estado. Habida cuenta del actual momento y de la singularidad de los sistemas occidentales y orientales y del rápido avance tecnológico, sin precedentes en la historia de la humanidad, el aparato policial necesita ser movilizado por parte de la clase gobernante para mantener el orden, provocar el amedrentamiento ciudadano e imponer la voluntad de los mandatarios, siempre ellos preocupados en agigantar su poder de forma tiránica, restringiendo la libertad de sus administrados, imponiéndoles tributos exacerbados y sanciones contrarias a la moral. El Estado Policial Digital, entendido como el control de los que nos dirigen a través del uso de las nuevas tecnologías, parece no tener límites y al mismo tiempo parece ser la solución ideal para alcanzar las soñadas pretensiones. Ello no sería posible sin el big data, la inteligencia artificial, la ingeniería lingüística y otros mecanismos a través de los cuales están obteniendo algo sin precedentes: nuestro consentimiento sin resistencia para privarnos de nuestros derechos y nuestra intimidad.
Since ancient times and for every civilization that has been on the face of the earth, keeping society in order always required the repeated and constant use of the force of the State. Given the current moment and the uniqueness of the western and eastern systems and the fast technological advance, unprecedented in the history of mankind, the police apparatus needs to be mobilized by the ruling class to keep an order, provoke the citizen lease and impose the will of the leaders, always concerned with expanding their power in a tyrannical way, restricting the freedom of their administrations, imposing exacerbated taxes and sanctions contrary to morality. The digital police state, understood as the control of those who direct us through the use of new technologies, seems to have no limits and, at the same time, it seems to be the ideal solution to achieve the pretensions that are dreamt of. This would not be possible without big data, artificial intelligence, linguistic engineering and other mechanisms through which they are obtaining something unprecedented: our consent without resistance to deprive us from our rights and our privacy.
