El tiempo normalista es una construcción social, subjetiva, cultural y física con incidencia en los componentes oficiales, institucionales, grupales e individuales de la enseñanza. Se contemplan dos modalidades o variantes temporales, el tiempo largo, oficial, incluye la propia duración de la carrera de magisterio, los años de estudio, cursos y los diferentes ritos y exámenes regulados por las disposiciones oficiales, especialmente el calendario, entendido como la unidad básica del cronosistema que organiza y distribuye los períodos lectivos y no lectivos a lo largo del año escolar, presentando una orientación ideológica (básicamente político-religiosa) más que higiénica y pedagógica. Por otro lado, el tiempo corto, compuesto por el horario y el diario, es más cercano a la institución y a sus miembros, estudiantes y profesores. Tanto uno como otro tienen sus incidencias en la profesionalización docente del futuro maestro, interiorizando un conjunto de pautas donde el tiempo se convierte en un mecanismo de control y poder.