Los efectos de la guerra de Ucrania son ya apreciables y de largo alcance multinacional. Se aprecia ya una agudización de la crisis económica que revivió la pandemia, con dificultades para el comercio internacional, escasez de materias primas, encarecimiento de la energía, así como migraciones masivas dentro y fuera de Ucrania. Existen otras consecuencias que son igual de reales, pero más difusas: crisis medioambientales, centradas en Ucrania, pero con una eventual proyección a zonas mucho mayores (incendios; riesgo de contaminación radioactiva, química y bacteriológica; contaminación y destrucción de suelos); crisis sanitaria y educativa; pobreza masiva como consecuencia de la destrucción de viviendas, infraestructuras civiles y servicios públicos esenciales. Por todo ello, la vida en Europa y, por extensión, en buena parte del mundo, es y será por mucho tiempo más difícil, más incierta, más insegura y más empobrecida.